En los informativos del sistema ha aparecido la noticia que años atrás, en plena plandemia, cuando gobiernos y autoridades sanitarias comenzaron a inducir a la población para pincharse tratamientos génicos que “curarían” el Covid 19, ya habían anticipado doctores, investigadores clínicos, biólogos… los tratamientos falsamente llamados vacunas, basados en ARNm, iban a provocar en la población tal cantidad de efectos secundarios, no pocos de ellos con resultados de muerte y cronicidad en las enfermedades derivadas de la administración de las sucesivas dosis de “vacunación”; que el resultado a medio y largo plazo se traduciría en millones de víctimas en todo el mundo.

La revelación de Astrazeneca apenas ha provocado alarma e indignación en nuestra sociedad domesticada y adormecida. Es como si, a pesar de tantos  enfermos y fallecidos, la gran mayoría de las gentes que, ya por miedo, por coacción o por fanatismo, convinieron en pincharse y señalar a quienes no lo hicieron, se negaran no solo a reconocer que fueron engañados y que, por añadidura, muchos de ellos participaron de un modo u otro en el acoso y el señalamiento de quienes decidimos no seguir el mandato de las élites y jugar con nuestra salud a una siniestra ruleta rusa.  

Hasta el día de hoy, no conozco ningún caso de político, periodista ni comunicador que haya pedido al menos una disculpa por el vergonzoso y vil comportamiento que muchos de ellos tuvieron contra quienes no nos pinchamos. Tampoco creo que eso suceda. Pero en mi recuerdo quedan aquellos que pusieron en juego su prestigio, su carrera, su convivencia y aún hasta su relación familiar, por seguir el dictado de su conciencia y advertir a la población sobre las funestas consecuencias a la que se enfrentaría si convenía en administrarse una aberración de medicina de la que jamás se hicieron responsables ni fabricantes, ni gobernantes, ni autoridades sanitarias. El premio Nobel de medicina Luc Montagnier pasó sus últimos años de vida escarnecido e insultado por enfrentarse a la todopoderosa y nefasta industria farmacéutica. Eminencias como Peter McCullough y Vladimir Zelenko (también fallecido, quién  salvó miles de vidas con un tratamiento anticovid silenciado por farmacéuticas, autoridades sanitarias y periodistas), o en España la Catedrática Martínez Albarracín, tuvieron que soportar el ostracismo de los medios del sistema y el desprecio y la burla de periodistas y otros sicarios a sueldo de la big pharma.

AsatraZeneca ha reconocido implícitamente lo que la realidad está mostrándonos desde la primera dosis de ARNm. Poco antes, el gobierno de España reconoció también el exceso de mortalidad y enfermedades que sobrepasa las estadísticas oficiales. Y los expertos que nos avisaron de esto nos advierten de que lo peor está por llegar.

Por Mike