Hace años que sigo con mucha atención a Alvise Pérez. Desde el primer post que leí en su Telegram llamó mi atención el arrojo con el que parecía entonces dispuesto a enfrentarse a los corruptos, con una determinación como jamás había visto en un comunicador de los medios y las redes sociales. Poco después se hizo patente que sus esfuerzos daban frutos. Alrededor de él comenzaban a movilizarse decenas de miles, que pronto se convertirían en cientos de miles, para llegar a ser millones sumando todos los canales en las diferentes RRSS. No tardó en acumular demandas de periodistas y políticos que se declaraban atacados por las publicaciones de un Alvise Pérez que exponía las corruptelas y los apaños de todos ellos; que aportaba a los juzgados documentación exhaustiva sobre todo tipo de delitos contra lo público y privado. E invariablemente, bien en primera instancia o bien en recurso, todos esos corruptos iban perdiendo sus querellas incluso siendo condenados a costas frente a una persona que, y esto parecía que se les escapaba de su percepción, tenía detrás el apoyo de policías, guardias civiles, militares, funcionarios de las administraciones, empresarios y trabajadores, todos españoles hartos que no solo aportaban tiempo y dinero a la causa, sino que además entregaban información que exponía a los corruptos como nadie lo había hecho antes. Semejante comunidad, repartida por toda España y unida con el objetivo común de acabar de una vez con los corruptos, localizaba a delincuentes de todo pelo y condición, encontraba a desaparecidos, fotografiaba a demagogos politicuhos de izquierdas, muy obreristas, en restaurantes y cafeterías de lo mejor de cada ciudad, exponía a maduros políticos alternando con jovencitas, denunciaba a pederastas que amenazaban por teléfono a menores… y hacía públicos en las redes e informaba a los jueces de muchos de los casos de corrupción más relevantes que ahora publican los medios, pero que hace un tiempo ignoraban por miedo al poder.
Por todo ello, decir Alvise Pérez es decir mucho más que el seudónimo de una persona. Es mucho más que nombrar a un activista que aglutina a millones de seguidores en las redes sociales. Decir Alvise Pérez es nombrar a un fenómeno social que ha trascendido desde un hombre concreto y su equipo de colaboradores hasta un movimiento social como no se ha conocido en España y que se ha materializado en la agrupación de electores Se Acabó La Fiesta para presentarse al parlamento europeo en las elecciones del próximo 9 de junio.
Es el fenómeno social del hartazgo contra la corrupción del sistema, de su casta política, de su casta empresarial, de su casta mediática que inclina la cabeza ante el poder, la corrupción de las instituciones invadidas por políticos, funcionarios desleales y asesores que rinden fidelidad a quien les ha colocado ahí y dejan de lado su deber con la sociedad.
Es el fenómeno social que ha sacado a las calles de las principales ciudades españolas a una masa crítica que ya no cree en los partidos políticos al uso, que aborrece a la corrupta Unión Europea que ha arruinado a nuestra nación en favor de Francia, de Alemania y de las élites globales y que impone con coacción y amenazas las directrices de la satánica agenda 2030, tratando de eliminar de nuestra cultura, nuestras costumbres y tradiciones, nuestra economía y nuestra soberanía.
Es el fenómeno social que da voz a quienes ya no toleran más una inmigración descontrolada plagada de lo peor de cada país que ha venido a nuestra tierra a delinquir y a vivir de nuestros recursos sin ofrecer nada a cambio, gozando el apoyo de un sistema corrupto.
Es el fenómeno social que respalda al cien por cien que a los corruptos, a los pederastas, a los traficantes, a los agresores de indefensos, hay que arruinarles la vida, hay que utilizarlos contra otros de su misma calaña, hay que señalarlos públicamente y hay que encarcelarles sin ningún privilegio.
Es el fenómeno social que eleva un clamor para pedir no que Pedro Sánchez dimita y se vaya, sino que acabe en prisión por todos sus desmanes cometidos durante estos pasados años. Él, los suyos, la oposición corrupta y quienes colaboran en llevarnos a la esclavitud y la ruina.
Dejé de votar hace mucho tiempo. Conozco bien a los políticos. He trabajado alrededor de ellos. He escuchado sus conversaciones cuando no están frente al público. Sé lo que muchos opinan realmente sobre nosotros, la ciudadanía. He sido testigo del comportamiento soez, interesado, despectivo y elitista de algunos de ellos y de sus amigos, admirados y reconocidos comunicadores, empresarios, asesores, artistas… Los detesto a todos ellos. Son parásitos de nuestra nación, de nuestras vidas y haciendas. Asesinos de nuestros mayores y pervertidores de niños y adolescentes. Son corruptores y criminales. Faltos de escrúpulos. Vendidos al mal. Son siervos de este sistema gobernado por lo peor. Un sistema que trató de impedir que Alvise consiguiera los avales necesarios para presentar la candidatura, y que no pudo evitar que dichos avales fueran mucho más numerosos que los obtenidos por los corruptos partidos políticos, a pesar del boicot sucedido en algunas oficinas de correos.
Así que votaré en unas elecciones para una institución en la que nunca he creído. La maldita Unión Europea. Aparcamiento de corruptos a los que agradecer sus desmanes en favor de los poderosos. Y que mi voto sea una pequeña contribución a una brecha en el muro de los poderosos por la que entrar para defender al débil, al perseguido, al abusado, a las familias, a la gente de bien. Que el pueblo que aún se atreve a ser soberano y libre tenga voz en un parlamento en el que la inmensa mayoría de sus diputados trabajan para intereses oscuros.
Votaré por la candidatura de Alvise Pérez y la agrupación de electores Se Acabó La Fiesta.