El periodo de conteo de votos en la Unión Europea (UE) se inició al cierre de urnas con una gran contradicción. Una mentira más de ese poder corrupto que desde Bruselas trata de regular nuestras vidas y saquea nuestro patrimonio y recursos. La consigna entre la presidencia de la UE y los gobiernos de cada estado que forma la Unión. Los resultados no podían ser públicos hasta las 11 de la noche. Unos aducían motivos de seguridad. Otros, causas técnicas. Sin embargo, Emmanuel Macron, mucho antes de la hora que fijaron sus amos, ya hacía público el Le Pen le había barrido en Francia, por lo que el presidente Francés disolvía la Asamblea y convocaba elecciones generales.

El gran acontecimiento fue la irrupción con fuerza de Se Acabó La Fiesta (SALF), consiguiendo 3 diputados (4.6 % de votos)  con la sospecha de que le fueron arrebatados los suficientes votos para conseguir el 4º. Fue el partido con más incidencias en las mesas electorales, cerca de 2500. Desde papeletas mojadas, arrugadas o pintadas hasta el intento, por parte de algún funcionario o presidente de mesa, de que los representantes de SALF no estuvieran presentes en el recuento ni en la formalización de las actas. El mérito de SALF ha sido el transmitir de boca a boca lo que los medios de comunicación del sistema, de supuestas izquierdas y derechas pero con un amo común, han silenciado durante la campaña electoral: que existen más de ochocientos mil votantes españoles hastiados de la corrupción generalizada que contamina al gobierno y la oposición, a la casta política indecente, a los sindicatos genuflexos al PSOE. Más de ochocientos mil españoles hastiados de la ruina económica y la inseguridad ciudadana provocadas por un sistema corrupto que se vale de la partidocracia para convertir a España sin remedio en una esclava de la maldita agenda 2030

Abstención: la gran ganadora de las elecciones europeas en España con el 50.2 de NO participación, incrementándose  11.52 puntos respecto a las anteriores. En España el descontento con la UE que nos ha robado la soberanía como nación representa a la mitad de la población.

El Partido Popular (el PSOE azul fundado por el traidor Mariano Rajoy y liderado ahora por  Núñez Feijóo) fue el más votado en España. 22 escaños. Un 34.2% de votantes que están de acuerdo con la forma cómplice del PP de hacer oposición a Sánchez. Votantes que siguen a un líder que cabría perfectamente en el partido socialista si hubiera sitio. Un totalitario que pretendió legalizar como obligatoria la timo vacuna de muerte y enfermedad y que se pone de perfil ante la corrupción socialista.

El PSOE obtiene 20 escaños. Pierde uno, siendo apoyado por el 30.2% de votantes a los que les importa un pimiento el largo historial de corrupción desde la fundación de semejante banda hasta el día de hoy. El perfil del votante no varía a lo largo de décadas: sectario, arribista, parásito, busca paguitas, subvencionado español sin patria, inmigrante ilegal y delincuente, LGBT/MAP junto al resto de la escombrera social que cada día engrosa nuestra nación.

Vox incrementa sus escaños en dos, consiguiendo un total de 6 con el 9.6% de los votos, en gran parte conformado por los que repiten una y otra vez su mantra “solo queda Vox” sin ser conscientes de que el partido se acerca a su techo, si es que no lo alcanzó ya, entre otras muchas cosas porque le falta arrojo para combatir al socialismo, a la corrupción y a la agenda 2030. Vox ha perdido demasiadas oportunidades para demostrar que es distinto. Que no es otro más del sistema. La penúltima la perdió ayer, cuando ignoró la llamada de SALF para unirse al requerimiento a la Junta Electoral Central pidiendo explicaciones del secretismo y la censura anunciados por el gobierno de Sánchez desde el cierre de las urnas hasta las once de la noche. Al menos el PP, el Partido Pusilánime, tuvo el detalle de notificar que no participaría en el requerimiento. No es la primera vez que sucede. Ambos, PP y Vox,  se negaron en comandita a pedir explicaciones por el descarado fraude electoral cometido por el PSOE durante las pasadas Elecciones Generales. Un fraude solamente denunciado por particulares y poco más.

Sumar no logra sumar y a la hora de publicar este artículo Yolanda Díaz dimite de la dirección del partido, aunque sigue asegurando su sueldo como miembro del gobierno de Sánchez. Con un 4.7 % de votos que demuestra que hay un pequeño sector de la izquierda, junto al casi marginal Podemos, a los que le parece genial lo que hacen y han hecho sus líderes para enriquecerse, para corromper a menores y para crear leyes disparatadas que te obligan a creer en unicornios y en hadas en un mundo pervertido y feliz.

Podemos se queda en 2 escaños perdiendo 7, con el 3.3 % de votantes que cumplen exactamente con el mismo perfil que los de Sumar: el mismo tipo de calaña que el PSOE pero del estercolero al lado de la escombrera de la que salen los socialistas. La infame Irene Montero consigue mantenerse en su trayectoria de trincar la pasta a costa de los inanes morales e intelectuales que la votan y de los contribuyentes a los que estafa e insulta. A buen seguro que nos procurará inolvidables intervenciones de escasa carga intelectual pero abundantes en esa ideología de género ideada por las éiltes para borregos y conformistas.

En definitiva, lo único esperanzador para España es la llegada de Se Acabó La Fiesta a un patio político habitado por indeseables de toda condición. En los medios oficialistas que se han visto obligados a nombrar hoy a SALF y a Alvise abundan los artículos plagados de mentiras y medias verdades sesgadas, dándonos la razón a los votantes en cuanto a que tales medios de desinformación son poco más que basura mediático al servicio del poder corrupto. La etapa que ahora comienza puede ser histórica. No pocos mediocres aseguran que lo sucedido con SALF es similar a lo que supuso la aparición de Podemos. Un argumento falaz. Pablo Iglesias y su comparsa de anormales se presentaron con un historial comunista que SALF no tiene ni por asomo y con un apoyo de medios, hasta de derechas, del que Alvise no ha dispuesto en absoluto; más bien todo lo contrario. La carta de presentación de Alvise Pérez es un surtido listado de casos de corrupción desvelados y presentados en los juzgados, un nutrido grupo de pederastas, políticos corruptos y lobistas a los que ha expuesto públicamente su podredumbre. Los medios de desinformación que llevan años ignorándole se han nutrido de las informaciones que él publicaba y de la que jamás ellos referían el origen.

No. Nada que ver. El único fenómeno social similar a Se Acabó La Fiesta fue el que en su momento lideró el periodista Enrique de Diego: la Plataforma Clases Medias. Todo lo demás sucedido en el recuento de las papeletas confirma que para una gran mayoría de españoles, sean rojos, azules o verdes realmente les importa más resistir en su correspondiente secta ideológica antes que mirar por el interés de los maltratados y expoliados españoles. En su ausencia de principios llevan la penitencia.

Por Mike