Disney sigue pagando muy caro su giro a favor de la agenda progre y su descarado apoyo a la agenda LGBT y la sexualización del público infantil. En los últimos años sus plataformas de vídeo han sufrido, solo en Estados Unidos, casi un millón de bajas de suscriptores. Asociaciones cristianas, así como de otras confesiones e incluso no confesionales han elevado protestas por los contenidos que esta satánica y pedófila industria está publicando desde que la agenda progre logró llevar al poder al asaltacunas Joe Biden y a toda su manada de depravados. Ahora, con su última película, los directivos de la empresa ponen un nuevo clavo en el ataúd en el que están convirtiendo sus finanzas e imagen corporativa. Buena parte del público no acepta semejante manipulación. La recaudación no se acerca en absoluto a las cifras esperadas y el rechazo de público y de medios de comunicación ha superado por mucho a los últimos escándalos de la marca. Disney ha decidido cortar toda relación con la actriz que interpreta al personaje por su personalidad prepotente y su estúpido comportamiento en entrevistas y redes sociales. Ni un enemigo externo podría haber hecho tanto daño a este emporio del satanismo.
Vídeo de John Aquaviva