Traducido de The People’s Voice
El próximo presidente de Rumania se ha convertido en la peor pesadilla de la élite. Antes era un hombre de confianza en los niveles más altos del poder (como director ejecutivo de las Naciones Unidas y presidente del Club de Roma), pero ahora es un denunciante con una misión.
Amigo de la Voz del Pueblo desde hace mucho tiempo, se ha comprometido a exponer la corrupción, el fraude y los secretos más oscuros de la élite.
Su nombre es Călin Georgescu y después de una contundente victoria en la primera vuelta de las elecciones presidenciales rumanas, ha causado sensación en los pasillos del poder en Davos, la UE, la OTAN y las Naciones Unidas.
La revolucionaria campaña presidencial de Georgescu no podría haber llegado en un momento más crítico. La élite mundial está en estado de pánico y usa todos los medios a su alcance para aferrarse a su poder y promover su Agenda 2030 y los llamados objetivos de desarrollo sostenible.
¿Su objetivo final? Imponer un sistema tecnocrático distópico que amenace con esclavizar a la humanidad bajo la apariencia de progreso.
La élite mundial creía que tenía a Rumania bajo control y que el pueblo rumano aceptaría tranquilamente su plan, se contentaría con no poseer nada y fingiría ser feliz.
No podrían haber estado más equivocados.
No nos engañemos: la gente está despertando. Exige justicia y las grietas del sistema están creciendo. Una a una, las piezas del dominó están cayendo y este movimiento se está extendiendo por todo el mundo.
Si los burócratas del Estado Profundo pensaban que el presidente húngaro Viktor Orbán era un problema para ellos y su financiación de la guerra por poderes en Ucrania, esperen a que conozcan al futuro presidente de Rumania, Călin Georgescu.
No sorprende que la élite global y su llamado “orden internacional basado en reglas liberales” teman a este hombre con un fervor que raya en el pánico absoluto.
No tiene tiempo para sus reglas y no pueden permitirse el lujo de dejar que otro país escape de su gélido control.
Mientras las élites se dedicaban a difundir el miedo y a imponer la vacunación, Georgescu se mantuvo al margen. Viajó a un lago helado en los impresionantes Cárpatos e instó a la gente a reconectarse con la naturaleza y fortalecer su sistema inmunológico de forma natural, en lugar de depender de la vacuna.
Georgescu también entiende que el cambio climático es el engaño del siglo, elaborado y diseñado por la élite para enriquecerse aún más a sí misma y a sus clientes mientras empobrece al mundo occidental y obliga a sus ciudadanos a degradarse y vivir en una forma de esclavitud.
Georgescu trabajó durante 17 años en puestos de responsabilidad en las Naciones Unidas y estuvo en contacto con la élite. Ocupó diversos cargos dentro de la organización, entre ellos, el de miembro superior, relator especial y director ejecutivo.
Es un auténtico insider de la ONU y por eso sus revelaciones sobre la pandemia de Covid y el cambio climático no podrían ser más importantes.
También habla con verdadera autoridad sobre el problema de la pedofilia de élite en los círculos globalistas.
Cada año desaparecen en el mundo 8 millones de niños y muchos de ellos acaban en manos de pedófilos de élite que dirigen el mundo, porque como explica Calin Georgescu, la élite utiliza un sistema de pedofilia.
Las implicaciones de las revelaciones de Georgescu son verdaderamente trascendentales. Amenazan con desmantelar las ilusiones cuidadosamente elaboradas que rodean a algunas de las figuras más poderosas del mundo: presidentes, miembros de la realeza, las élites de Hollywood y aquellos a quienes se les ha confiado el gobierno de nuestras naciones.
Bajo cualquier marco legal o moral, las acciones que describe equivalen a crímenes del más alto orden: actos imperdonables que exigen retribución.
Éste es un momento de ajuste de cuentas que el mundo ya no puede ignorar.
El momento elegido por Georgescu no podría ser más oportuno. Sus revelaciones afectan directamente a un sistema global que ha operado en la sombra durante demasiado tiempo.
El Foro Económico Mundial, en colaboración con la ONU, ha ordenado a los gobiernos de todo el mundo que avancen hacia la despenalización de la violación infantil y la pedofilia.
Un informe de las Naciones Unidas pide que se despenalicen a nivel mundial todas las formas de consumo de drogas y de actividad sexual, incluidas la pedofilia, la bestialidad y el incesto.
Redactado por el Comité Internacional de Juristas (CIJ), ONUSIDA y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH), el informe se publicó el Día Internacional de la Mujer, con el objetivo de orientar “la aplicación del derecho internacional de los derechos humanos al derecho penal”.
El informe, denominado “Principios del 8 de marzo”, pide que se despenalicen los delitos relacionados con las drogas y el sexo, incluidos la pedofilia y el incesto.
Según los expertos legales de las Naciones Unidas y el Foro Económico Mundial, las leyes contra la pedofilia constituyen un ataque a los derechos humanos de… ¡esperen! … los niños. Así es, según la élite globalista, la edad de consentimiento es un concepto discriminatorio que discrimina a los niños que quieren tener relaciones sexuales con adultos.
Los menores, por supuesto, no pueden consentir verdaderamente tener relaciones sexuales con un adulto, algo que estos supuestos expertos deberían saber.
Esta es simplemente otra política malvada impulsada por la élite globalista contra los ciudadanos desprevenidos de los países occidentales.
Si tienes dificultades para comprender cómo alguien puede argumentar que las leyes contra la pedofilia de alguna manera infringen los derechos de los niños, debes recordar una cosa: para la élite globalista, arriba es abajo, la guerra es paz y el mal es bien.
Ahora hemos entrado en la fase de su agenda en la que ya no ocultan sus intenciones: nos las restriegan por la cara abiertamente.
Los académicos liberales han redefinido a los violadores de niños como personas que se sienten atraídas por menores y el objetivo, por supuesto, es transmitir el mensaje de que, en realidad, no es un gran problema. Es simplemente un tipo diferente de amor.
Conozca a Miranda Galbreath, una consejera y terapeuta sexual que defiende a las personas atraídas por menores (MAP, por sus siglas en inglés). Ella dice que son “vilipendiados” y “marginados” y que no se los debería llamar pedófilos.
Este nivel de depravación es como una mancha que se niega a ser borrada. Es hora de limpiarla de una vez por todas, antes de que la élite global logre normalizarla en las aulas escolares y en la sociedad en general.
Como explica Călin Georgescu, es hora de que la humanidad se levante y diga no. Basta de degeneración. Basta de programación basada en el miedo. Basta de esclavitud. Basta de guerra. Basta de globalismo.